El que no llora
no mama
y yo lloro
pero
no mamo
la teta de la censura
que no alimenta.
Dijiste que no los dejarías
entrar, pero entraron igual.
Y ahora la censura,
de quién a quién.
Yo hablaba ese idioma,
mamaba ese idioma,
lloraba ese idioma
y amaba ese idioma.
Ahora el idioma te odia
y te mata de hambre.
Y llorás y llorás
pero no mamás nada.
Y gritás y gritás
pero de tu garganta
no sale el idioma
permitido,
el de ahora,
el de la vanguardia.
Ahora estás condenado
a amar en otro idioma.
Sí, Vero. la verdad es que con los exilios interiores y exteriores no paramos de amar en todos los idiomas. Pero tiene su gracia. un beso
Me gustaMe gusta
Gracias, Patri, por leer siempre! Besos.
Me gustaMe gusta