Observar
algo diferente
es traicionar.
Correr la cortina
de lo banal
para ver la muerte.
Ver las muertes
que se suceden,
adornadas
por la incertidumbre
que la humanidad
tanto ama.
La incertidumbre
es preferible a la maldad,
la medicina
es preferible al veneno.
Pero la diferencia
es sólo semántica
cuando la incertidumbre
es maldad,
y la medicina, veneno.
Detrás de la cortina,
el miedo a la muerte
es sólo un contrato
para la prisión voluntaria:
la más eficaz traición a la vida.