Hubo un hombre
superior al resto
y él pensó.
Pensó
que el pensamiento
pondría fin
al sufrimiento
del hombre.
Él pensó,
y su pensamiento
fue la biblia
de los ateos.
Y lloré.
Lloré de belleza,
de perfección
y de agradecimiento.
Y el llanto
era igual
al llanto
del dolor.
Y lo bello
era idéntico
a lo horrible.
Las pasiones
llevan
a la mente
al caos,
y el caos
lleva
al sufrimiento.
Desear duele.
Pero pensar
también duele.
No hay forma
de pensarse
fuera de sí.