La histeria es misteriosa
y eso fascinó a Freud.
No fue su culpa.
Él describió lo que veía.
Y observó, perplejo,
deslumbrado,
seducido,
hechizado,
el despliegue de síntomas
de sus amadas.
Con adoración
y con desprecio.
La histeria es misteriosa
y eso fascinó a Freud.
No fue su culpa.
Él describió lo que veía.
Y observó, perplejo,
deslumbrado,
seducido,
hechizado,
el despliegue de síntomas
de sus amadas.
Con adoración
y con desprecio.